Se dice que la prueba del polígrafo confirma con certeza si alguien
miente o no. Cabría confiar en consecuencia, que el instrumento fuera super
eficaz para la administración de justicia.
Hay que tener en cuenta sin embargo, que aunque el polígrafo detecta lo
que se llama el nerviosismo del sospechoso, a través de las variaciones en sus
signos vitales (presión
arterial-ritmo
cardíaco-frecuencia
respiratoria y respuesta de la piel), su evaluación no es
concluyente. No al menos, desde la óptica científica. Ninguna institución
académica respalda el uso del detector de mentiras. Tampoco sus profesionales:
neurólogos, neurofisiólogos, psicólogos o psiquiatras. Para la American
Psychological Association, la posibilidad de detectar la veracidad con la
que habla una persona -al momento en que la monitorea un polígrafo- tiene
más de mito que de realidad.
El problema radica en que no hay solo un patrón de respuestas. La mente
y la conducta humanas son evidentemente complejas, de manera que si alguien honesto es sometido a un interrogatorio puede ponerse nervioso sin tener
culpa alguna, y un individuo cínico o simplemente desvergonzado, que ha
cometido una falta, no experimentar siquiera un poco de
ansiedad. Si es cierto entonces, que el artefacto detecta variaciones
psicofisiológicas, dichas
variaciones no revelan revelan puntualmente, un engaño o una mentira.
¿A qué conclusión llegar entonces' Y, sobre todo, què pensar de la manera en que procesan esta información
distintas instituciones. Dìgase la justicia norteamericana, que rechaza
el uso del polígrafo por su poca confiabilidad; algunos servicios de
inteligencia que màs bien lo usan, o, empresas que lo administran al evaluar la contratación de personal. De los medios de comunicación, como se sabe, la television difunde conjeturas como si se tratara de pruebas irrefutables.
Quizás de lo que se trata es de recordar que el polígrafo no
es ciencia, pero si un escenario. Una suerte de teatro en el que el miedo
aflora. Mide tu, su nuestro miedo. Otro quizàs para afirmar que tal vez sea èsta la manera de saldar cuentas con quienes se suman a la
corriente de crédulos que no alberga siquiera una duda razonable.
De
otro lado, podríamos admitir que el tema hace evidente nuestro deseo de dejar a los demàs al descubierto. Anhelamos la
vision de rayos X de Supermán. No debe ser coincidencia que el año en que
se inventó el polígrafo (1938), coincide con la publicación de la primera
historieta del hombre de acero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario