sábado, 15 de junio de 2013

Polígrafo: ¿en ti confiamos?



 Se dice que la prueba del polígrafo confirma con certeza si alguien miente o no. Cabría confiar en consecuencia, que el instrumento fuera super eficaz para la administración de justicia.

Hay que tener en cuenta sin embargo, que aunque el polígrafo detecta lo que se llama el nerviosismo del sospechoso, a través de las variaciones en sus signos vitales (presión arterial-ritmo cardíaco-frecuencia respiratoria y respuesta de la piel), su evaluación no es concluyente. No al menos, desde la óptica científica. Ninguna institución académica respalda el uso del detector de mentiras. Tampoco sus profesionales: neurólogos, neurofisiólogos, psicólogos o psiquiatras.  Para la American Psychological Association, la posibilidad de detectar la veracidad con la que habla una persona -al momento en que la  monitorea un polígrafo- tiene más de mito que de realidad.

El problema radica en que no hay solo un patrón de respuestas. La mente y la conducta humanas son evidentemente complejas, de manera que si alguien honesto es sometido a un interrogatorio  puede ponerse nervioso sin tener culpa alguna, y un individuo cínico o simplemente desvergonzado, que ha cometido una falta, no experimentar  siquiera un poco de   ansiedad. Si es cierto entonces, que el artefacto detecta variaciones psicofisiológicas,  dichas variaciones no revelan revelan puntualmente, un engaño o  una mentira.

   ¿A qué conclusión llegar entonces' Y, sobre todo, què pensar de la manera en que procesan esta información distintas instituciones. Dìgase la justicia norteamericana, que rechaza el uso del polígrafo por su poca confiabilidad; algunos servicios de inteligencia que màs bien lo usan, o, empresas que lo administran al evaluar la contratación de personal.  De los medios de comunicación, como se sabe, la television difunde conjeturas como si se tratara de pruebas irrefutables.

 Quizás de lo que se trata es de recordar que el polígrafo no es ciencia, pero si un escenario. Una suerte de  teatro en el que el miedo aflora. Mide tu, su nuestro miedo. Otro quizàs para afirmar que tal vez sea èsta la manera de saldar cuentas con quienes se suman a la corriente de crédulos que no alberga siquiera una duda razonable.

De otro lado, podríamos admitir que el tema hace evidente nuestro deseo de dejar a los demàs  al descubierto. Anhelamos la vision de rayos X de  Supermán. No debe ser coincidencia que el año en que se inventó el polígrafo (1938), coincide con la publicación de la primera historieta del hombre de acero.

    

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