Al decir de Freud, la razón por la que nos atraen las personalidades narcisistas es porque nada parece afectarlas. Se sienten el centro de la atención y, casi podría decirse, de las preocupaciones mundiales. Los hombres y mujeres a los que se llama narcisos pasan por la vida como si fueran niños. Precisamente, de allí proviene su encanto. De la manera en que protegen y a la vez, ensalzan su Yo.
-Dame un ejemplo, interviene Mónica. La miro considerando que se ha perdido la mitad de la vida. ¿Qué es lo que no entiende?
-Dora Maar y Picasso, le respondo. Ella asiente.
-¿Pero no vale también la observación contraria? -agrega-. Alguien que solo quiere convertirse en el centro de las miradas, cansa.
No he sido precisa con el perfil de Mónica. Será que me falta objetividad con los demás me digo. Mmm. Trato de cambiar la conversación, pero me oigo decir:
-Esos que se auto embelesan. Mónica aprueba con la cabeza y aún cuando sobrevivo, no puedo dejar de sentirme boba. Al menos, no estoy en la habitación equivocada de la que habla Carmen Dell´Orefice, la modelo de ochenta y un años -ojo que ella sigue trabajando. Carmen, que acusò a Bernard Madoff de haberle robado todos sus ahorros; se da cuenta de que està en la habitaciòn equivocada cuando se siente la màs inteligente. Quiere más. En fin.
En lo que toca a Mónica, su conclusión es que ninguna de las dos comprende por qué se envidia lo que nada tiene de envidiable. Ese sí y ese no al mismo tiempo, esa ambivalencia. Admite que es una fibra de la que estamos hechos, pero sugiere ir en busca de oxígeno. Explorar lo que dice un pensador que se opone de manera firme al modo de entender el psicoanálisis. El título de su libro dice mucho, Freud, el crepúsculo de un ídolo. Mónica piensa que la lectura de Onfray nos dará la distancia que ayuda a entender las cosas. Le he dado mi confianza.
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