martes, 26 de febrero de 2013

ciudad de coimas

Quien no haya necesitado nunca acelerar un trámite, obtener un puesto de trabajo o conseguir un bien a punto de agotarse que tire la primera piedra. Tendida así la mesa puede uno admitir que alguna vez, efectivamente, coimeó. Una operación en la que intervienen dos partes: coimero y coimeador y que se configura sobre la base de distintas emociones. Digan ustedes si de un lado no están quienes creen que no merecen ninguna de las sanciones que aplica la ley ante una falta. Mientras que del otro, una mayoría de ciudadanos que padece la ineptitud de la burocracia. Una suerte de club Kafka que no sabe donde comienza el hilo de la madeja que permite arreglar las cosas. La voluntad de no infringir la ley existe, pero a veces no se sabe còmo.

-¿Así que necesita usted  la licencia de construcción, su pasaporte, el certificado de...?
-Si señor. Llevo meses en lo mismo, y no hay quien me de razón.
- Bueno, yo podría, usted sabe, ayudarlo a que su trámite salga antes... 

Los funcionarios públicos que quieren obtener ventajas deberían recibir un castigo ejemplar. De acuerdo, que en una sociedad que se precia de serlo también quien paga la coima. A examinar por qué aquí eso no tiene sentido. Que haya cambiado la imagen de la sustancia poco elegante que veía surgir Gonzalez Prada en cualquier intersticio de nuestra vida social, la pus, lìquido compuesto de bacterias, cèlulas muertas y leucocitos, no quita que haya sido reemplazada por otra no menos nefasta. La mano sudada en plan de dàme la mía. La  actitud es audiovisual:

 - Somos libres-dame la mía-somos libres-dame... 
  
Se dice que cuando llueve todos se mojan, de allí lo bien que le puede hacer a una ciudad de coimas, una web como la de: yo pagué un soborno punto com. El cibernauta revela de manera anónima la situación en la que coimeó. Se autodenuncia sin riesgos, mecanismo que enciende una luz para darse de cara con las propias faltas. En materia de tránsito pasarse una luz roja, conducir con exceso de velocidad, manejar con signos de ebriedad etcètera, y, después, ¡negarse a pagar el monto de la infracción!  La susodicha web propicia un acercamiento a la autoindulgencia con el error propio. ¿Son sòlo los otros los irresponsables? 
La  intención de I paid a bribe es crear una red que luche contra la actitud resignada. Es una web que le sigue la pista a nuestros trastornos cívicos y apunta a la lucha contra la corrupción. Tal vez sea la pista que los planificadores y administradores estaban esperando para diseñar políticas de gestión pública que nos arreglen. 

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