Se alucina comunicador y terapeuta.
Dice que su programa nos pone en contacto con el sufrimiento de la mujer
peruana. Con su catarsis. El entrevistador sabe incluso, cuál de sus invitadas derramó más o menos lágrimas en el set. Como al emperador del cuento, lo veo enfundado en un traje invisible. Un made in: yo soy el hombre de mi vida, con accesorios del conocido cierra bocas: lo que le gusta a la gente. ¿Será que al término de su programa clava la aguja sobre la almohadilla y se quita el dedal? ¿Planea allí mismo, el siguiente desaguisado?
Me gustaría que una mañana cualquiera, el broadcaster de la banalidad after-pop levantara sus ojos para mirar hacia
arriba. Me encargaría yo de la producción, y así como flotan en el espacio las
figuras de Chagall, allí, en el lugar de las aves, colgaría un par de libros:
Ética a Nicómaco de Aristóteles y Brief history of thought de Luc Ferry. Amén.
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